Entrevistamos a Mercedes Mayo que nos habla, entre otras cosas, de la importancia de conseguir hábitats seguros

Mercedes Mayo

En sus viajes a Ghana, la primatóloga Mercedes Mayo-Alesón pregunta a las personas de los poblados situados junto a las montañas en las que vive el mangabey de corona blanca: “¿Qué pasaría si un día no hubiera animales en el bosque?” La mayoría de los locales responden que nada. No son conscientes del impacto que puede tener una tragedia como esta. “De hecho, cuando se lo explico, les cuesta creérselo”, añade. La comunidad autóctona no sabe qué pasaría, pero a miles de kilómetros de Ghana, aunque sí que se conoce la respuesta, no siempre se actúa como si así fuera.

 

Mercedes Mayo-Alesón es la investigadora principal del proyecto de conservación del mangabey en el que participa el Zoológico de Barcelona. Se centran especialmente en dos especies amenazadas que están en una situación preocupante: el mangabey de corona blanca (Cercocebus lunulatus) y el mono Roloway (Cercopithecus roloway).

 

Mercedes Mayo

 

Pasión por los animales

 

La joven primatóloga de Madrid habla con tanta pasión de los protagonistas del proyecto que da la sensación que la primera palabra que dijo cuando empezó a hablar fue “primate”. Nos explica que, de pequeña, lo que le gustaba eran los animales en general. Se quedaba enganchada a los documentales de La 2, y el día de Reyes siempre le regalaban perros de felpa y pedía libros de veterinaria que leía tumbada en la cama de sus padres. Llegó a conocer todas las razas de perros, “las identificaba de un vistazo”. Sin embargo, nunca tuvo ninguno. “Bueno, tenía un perro de vacaciones. No era mío, sino de unos vecinos de Menorca, donde veraneaba. Paseé a Milú cada tarde de verano de los seis a los diecisiete años”. Recuerda, también, el impacto que le provocó ver la película “Gorilas en la niebla” (Michael Apted, 1988) sobre la vida de Diane Fossey. “Su estilo de trabajo ya no se sigue, pero para mí es un personaje icónico”.

 

Una carrera centrada en los primates

 

Sin embargo, fue en la universidad, estudiando la asignatura de etología social y cognitiva de la carrera de psicología, cuando descubrió todo un mundo que le llevó, con el asesoramiento de Fernando Colmenares, a instalarse en Barcelona para cursar el máster de Primatología. Fue entonces cuando conoció a Montse Colell y el proyecto que la ha vinculado al zoo de la ciudad. Ahora, y ella lo confirma, conoce todas las clases de primates.

 

De hecho, gracias a una de sus líneas de investigación se podría decir que los conoce tan a fondo que incluso llegará un día en el que los distinguirá a todos por los dientes. Sobre todo si pertenecen a la boca de un babuino o un mandril salvajes. Como miembro de un proyecto de evolución humana y de los primates dirigido por Alejandro Martínez Pérez-Pérez i en el cual Jordi Galbany también es investigador, la primatóloga se centró en estudiar cómo el desgaste dental está relacionado con la dieta. “Los dientes son lo más representado en el registro fósil. Son duros. Es alucinante lo que se puede llegar a saber analizándolos. Cuando dicen que el homo tal tenía una dieta basada en algo, seguramente se sabe gracias a los dientes”. 

 

Desde todas las vertientes y en todos los terrenos

 

Actualmente combina su trabajo de profesora asociada en el departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Universidad de Barcelona con la de coordinadora del proyecto de los mangabeys. Este trabajo le permite pasar dos o tres meses al año trabajando sobre el terreno en Ghana. “Intentamos viajar en la estación seca, pero con el cambio climático todo se diluye. Cada vez llega más tarde y es más corta, sobre marzo o abril”.

 

También colabora con la protectora Salva 1 huella y desarrolla acciones relacionadas con la conservación y la protección de los animales. “Con un grupo de personas, estamos intentando tirar adelante un proyecto dentro del zoo para conseguir una mejor interacción de los visitantes con los animales con el objetivo de reducirles el estrés”.

 

La importancia del conocimiento y la formación para salvar el mangabey

 

Mayo-Alesón piensa que la educación es clave para conservar los animales y sus ecosistemas y es algo en lo que los zoológicos pueden desempeñar un papel muy importante. “De qué sirve que mañana liberemos mangabeys de corona blanca en su hábitat si se sigue con la caza furtiva o no se detiene la desforestación. Debemos conseguir un bosque seguro”. Por este motivo, en sus viajes a Ghana parte de su trabajo de campo se centra en hablar con las comunidades autóctonas. “Es muy importante hacerles darse cuenta de lo que tienen a su alrededor y que deben buscar nuevas formas de relacionarse con los animales salvajes”. Pero también escucha mucho. “La gente que más sabe de los animales, los bosques y la flora son los locales. A veces olvidamos valorar su conocimiento”. Prestando esta atención a los locales, el equipo del proyecto ha llegado a sospechar que el colobo rojo de Miss Waldron no está extinguido como pensaban. “Varios cazadores, a través de fotos que les enseñé, aseguraron que habían visto a este primate”. Todo el mundo, esté donde esté, debe tener clara la respuesta a la pregunta de “qué pasaría si un día no hubiera animales en el bosque” y cuál es su papel para evitarlo.     

 

Mercedes identifica y presenta por su nombre a los mangabeys que actualmente viven en el zoo de Barcelona y que forman parte del proyecto de recuperación. Da la sensación de que ellos también la conocen a ella.